Después de un empate inesperado y logrado con el agua al cuello contra Barcelona de Ecuador, se viajó al país azteca con bajas en el plantel por lesiones y suspensiones y mas allá de la esperanza, esa natural que tenemos los hinchas, se juegue bien o mal, pero ese que se yo, de los colores, la camiseta, la historia y el linaje que vienen desde las propias entrañas del club. Hacen que aparezcan en los corazones tricolores, sensaciones internas que nos conmueven el alma y la fé.
Y así nomás todo ello, se aunó para que después de un primer tiempo en el que padecimos mas de la cuenta, pero que solo terminó con un gol en contra, nos hizo pensar que algo bueno estaba por llegar. Y fué así aunque parezca difícil entenderlo, los comentarios posteriores al partido dijeron que en el intervalo, el entrenador, habló, gritó y sacudió a los jugadores en el vestuario, pero acá lo mas importante, cambió él, que venía dando mas en la herradura que en el clavo.
Sacó al colo Romero y puso a Arismendi, que en un cuarenta por ciento de sus posibilidades físicas y técnicas igualmente fue figura. Se plantó en mitad de cancha, Damonte a la derecha y ya Nacional fue otro. Albín caso la guinda volcado sobre la izquierda y el fútbol tan ansiado apareció, ya Vicente Sanchez y Alonso no deambulaban la cancha sino que tenían compañía mientras el mama Arismendi se paraba en el medio y decía aquí estoy yo a lo palillo Vanzini, a lo ojota Morales, a lo bocha Cardaccio, a lo Camejo, era lo que estábamos precisando hacía rato, acaso Facundo Piriz, fue el último y así vimos lo que vimos en el segundo tiempo.
Vimos a Nacional sindo torazo en rodeo ajeno, metiendo pata, pero también jugando al fútbol, tocando, defendiendo con la pelota en los pies, pasando de defensa a ataque sin pegarle a la pelota de punta y para arriba, y atacando con fiereza pero también con inteligencia.
El colombiano Cortéz un monstruo que en pocos partidos se metió a la hinchada en un bolsillo, es un gran jugador, veloz, inteligente para las coberturas de sus compañeros y cuando hubo refriega, también fue al frente. El pibe De Pena, entró por Alvarez lesionado y ni se notó que debutaba en lo internacional antes que en lo local, agarró la pelota, encaró, fue protagonista para el gol del primer empate, jugó con desparpajo, no arrugó, acá, mérito del técnico que le tuvo confianza y éste le respondió con creces.
De todas maneras no hay que echar campanas al vuelo, se ganó en terreno harto difícil, altura, esa que martiriza a los jugadores uruguayos y se superó, pésimo primer tiempo y se superó, técnico que ha andado a los bandazos en la conformación del equipo, por diferentes razones, que si acepto, pero que también se superó en la conducción y manejo de este partido, dándose cuenta que si no cambiaba y sacudía el ambiente moría con las botas puestas y sus horas eran contadas.
Y entonces porqué los hinchas de Nacional parecemos estar condenados a sufrir lo indecible en cada partido. No lo merecemos, el actual es un plantel de buenos jugadores, pero desbalanceado en diferentes líneas, lo hemos dicho por radio y escrito hasta el cansancio y lo mantenemos.
El hueso Romero no es lateral izquierdo, eso es un invento, no puede jugar ahí, tampoco Alvarez, en todo caso mientras no consigan uno, hace 15 años andamos penando con ese puesto, por ahora y con reservas, el único del plantel principal es el pichón Núñez. Digan que el colombiano arregló un poco la fiesta atrás.
Nosotros no entrenamos ni dirigimos, vemos y opinamos, tratamos de hacerlo de la mejor manera, sumando, pero teníamos la convicción de que todo el desbarranque comenzaba en la mitad de la cancha, y los hechos nos terminaron dando la razón. Ahora habrá que dosificar a Arismendi con mas minutos y no apurarlo, será figura fundamental para esta levantada notable con triunfo espectacular en México del que habló todo el continente y en forma harto merecida.
Por suerte lo que veníamos sosteniendo hace tiempo se dió, me generó tranquilidad personal, pero cuidado, disfruté como loco en una madrugada como aquella de Tokio cuando el penal de Tony Gomez, salvando las distancias entre lo que se jugaba allá y éste partido, pero debe haber sido por la hora en que me acosté y en la que me dormí, con la tranquilidad de conciencia de que uno al fútbol no lo mira de espaldas; lo analiza y desmenuza, algo que el hincha común, nosotros también lo somos, pero la gente me entiende, el hincha común mira la camiseta y no el partido y es natural que así sea.
SALUD TRICOLORES
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