domingo, 17 de noviembre de 2013

Aniversario: 25 años de Dale Bolso

Veinticinco años han transcurrido desde el primer programa de Dale Bolso, audición partidaria al servicio de la causa tricolor para llamar a las cosas por su nombre, para defender a Nacional y su historia, para emitir una opinión comprometida. 
La opinión de Dale Bolso, la marca registrada de un programa que no le escapa al análisis crítico y racional, para expresar con convicción y responsabilidad pero sin temor ni obsecuencia, su visión sobre los temas de la Institución. Sin concesiones ni compromisos, sin venderle espejitos de colores a la gente y sin entrar al cuento del “país de las maravillas”, porque no somos ni mercaderes ni vendedores de ilusiones. Coherentes, con un estilo de encarar las cosas, impermeables a los cambios de gobierno que se han sucedido en el Club. Comprometidos solamente con Nacional, para defenderlo a capa y espada.
Los tiempos cambian y con ellos las nuevas generaciones y su forma de encarar las distintas situaciones. Guardianes de una manera de sentir las cosas del Club, ni mejor ni peor, una manera distinta, que adquirimos aprendiendo a escuchar antes de empezar a hablar, prestando la oreja a los veteranos de tribuna, aquellos testigos de viejas glorias. No escuchando al que más grita o a quien canta el buen nombre de nuestro Club en las mismas canciones que hablan de droga, alcohol, violencia y muerte.
De nuestra parte, dejemos la incondicionalidad al que tiene a sus espaldas varias décadas de adhesión inalterable. Incondicional no es, o al menos no era, el que permanece con la misma expresión de feliz cumpleaños en el rostro ganando o perdiendo tres a cero. Porque Nacional es un club grande entre los grandes y hay que exigirle como tal. No es lo mismo ganar que perder. El amor al Club sigue intacto, las victorias alegran el corazón y las derrotas van curtiendo el alma, pero en estos tiempos de performances y puestas en escenas involuntariamente al servicio del negocio televisivo, todo parece enfocado a lograr la aprobación del “super, super diez” del jurado propio o ajeno, mientras, tratando de diferenciarse, las parcialidades se van uniformizando en su manera de actuar y decir, y con ello se van perdiendo cada vez más espacios de convivencia común en beneficio de la intolerancia.
Son los tiempos que corren, así como en las fechas comerciales, como en el día de la madre o del niño, se nos inculca subliminalmente que al amor a una madre o a un hijo resulta proporcional al costo del regalo adquirido, parece que muchos han interpretado que el amor al Club es igual a la capacidad de aceptar cualquier resultado o situación sin espíritu crítico, siendo tan incondicional como conformista, como si el aplaudir o vivar cualquier actuación del equipo por penosa que resulte, se convirtiese en un acto de fe, una demostración al exterior de lo que no cambia en el interior a pesar de un revés deportivo. No es cuestión de insultar ni agredir, porque así nunca funcionaron las cosas, es cuestión de pensar libremente en una Institución que se forjó en la cuna del pensamiento oriental.
No nos sentimos hinchas de un Nacional que ya se fue, sino que nos sentimos testigos, acompañantes en estos nuevos tiempos, de este mismo Nacional, de origen cristalino, principios nobles e historia majestuosa.
Porque a la hinchada la conforman la suma de cada uno de los hinchas que palpitan con Nacional en cualquier parte en que se encuentren, los que tienen la posibilidad de concurrir a la cancha cada partido y los que siguen con el mismo cariño los relatos o noticias de Nacional a muchos cientos o miles de kilómetros de distancia, más allá incluso de las fronteras patrias, como los tricolores que han cargado en sus valijas el amor a la Institución u otros como Manoel, amigo que aprendió a querer estos colores en su futbolero país natal. Hinchas como Marcelino Pérez – homónimo de la gran gloria de la década del treinta - , ese entrañable personaje que literalmente vivía en el medio del campo: “donde terminan los alambrados y comienzan los espinillos”, quien irrumpió una noche en los estudios de la radio envuelto en una bandera del Club expresando con orgullo y a viva voz que él era de Nacional “hasta el cuajo”.
Sin caer en frases que se repiten casi sin pensar, porque a Nacional no lo hace grande su gente. La gente respalda su grandeza, como siempre lo hizo con este Club grande desde sus albores. Herederos de una inmensa gloria con raíces en otros siglos y agigantada con el transcurrir del tiempo, con una historia que llevó de su mano el nombre del Uruguay en la región y por el mundo. Una historia que veneramos, respetamos, y al hacerlo homenajeamos a ese gran patriarca que fue don Jesús Arrieta Fontana. Dos alegorías se nos presentan en la mente al recordarlo; su portafolios a cuestas, cargado de papeles, como si en él llevara su mente prodigiosa portadora de la memoria del Club; y sus zapatos gastados, representando tanta vida recorrida a la par de Nacional, dejando un ejemplo por su bondad, su dedicación y su rectitud.
Se dice hoy que Nacional es más que fútbol. Nacional es esencialmente un club de fútbol y como su nombre lo indica, es anterior al fútbol, al señalarnos que Nacional nació en tiempos del football, en un deporte que se resistía a hablar y pensar en español, siendo Nacional el que castellanizó el vocablo al impregnarle a este deporte foráneo una identidad nueva, con los valores y las costumbres que se respiraban por estas latitudes, para que el mismo sea patrimonio de los nacidos bajo el cielo de las tierras a las que arribaron los hijos de Castilla hace poco más de medio milenio.
Primero fue el fútbol y con él nació el hincha, voz que se acuñó en el histórico sitio en que se proclamó al General José Artigas como Jefe de los Orientales, en el lugar en que hoy se asienta el Parque Central, escenario que fue testigo de la aparición del primer hincha, don Prudencio Miguel Reyes, cuya voz de aliento al equipo de sus amores comenzó a conocerse como la voz que hinchaba al equipo.
“Dale Bolso”, ese era el canto de gloria que allá por el año 1988 entonaban los hinchas cuando Nacional daba la vuelta olímpica por la obtención de su tercera Copa Libertadores de América. Esa voz de aliento, simple y significativa, fue la elegida para nominar al programa radial próximo a nacer en el dial. Fue un 17 de noviembre y ya ha pasado un cuarto de siglo desde entonces.
Para Enrique Bello, conductor de la audición desde el primer programa, para Silvia su gran compañera, para quienes han pasado por sus micrófonos y los que vendrán, felicitaciones y DALE BOLSO.
Norberto Garrone

3 comentarios:

  1. Comparto mensaje. Felicitaciones DALE BOLSO.
    Nacional pa todo el mundo !!!!!!!!!

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  2. Felicitaciones al programa que escucho desde la sufrida década de los 90 y que siempre voy a seguir escuchando en las buenas y en las malas de mi Nacional querido. Ojalá que ese Dale Bolso que Enrique Bello vio plasmado en el tablero electrónico del estadio luego de que Nacional fuese tricampeón de América , vuelva a repetirse porque es mi sueño ver a Nacional campeón de un título internacional antes de dejar este mundo algún día . Saludos y felicitaciones y arriba Nacional .

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  3. Estimados Silvia, Enrique y Norberto: para Uds y para todos los que "hacen" Dale Bolso un apretado abrazo y mis felicitaciones por estos primeros 25 años en el "aire". Uds. son muchas veces el refugio de muchos nacionalófilos que como yo no nos quedamos satisfechos con la versiones oficiales de la prensa deportiva. No por ser "mal pensados", no por "perseguirnos" sino porque la cabecita cuestionadora muchas veces puede más que nosotros. Tampoco se trata de criticar todo ni intentar racionalizar lo que es visceral. Lo importante entiendo es permanecer fieles a nuestro ser tricolor, a nuestra historia y a nuestros valores, de los cuales Uds. en estos 25 años han sido un claro ejemplo. Nuevamente un fuerte abrazo y nos estaremos viendo (muy pronto), Alfredo (Bolsoloco).

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