sábado, 27 de enero de 2018

A LLORAR AL CUARTITO

En el blog anterior, expresé algo muy contundente, con el título, antes del segundo clásico.
Acaso uno es adivino, no, de ninguna manera, solo una persona como tanta que ve y analiza el fútbol como se debe, en el caso nuestro, nacionalófilos de primera línea, pero racionales y objetivos.
Teniendo carné de libre acceso como periodista partidario, no fui a ninguno de los dos clásicos. Me senté a mirarlos por televisión, por la sencilla razón de que estaba convencido de que iba a ver, lo que finalmente vi. Una debacle deportiva.
Si la gente tiene memoria, recordará que en nuestro espacio radial y en este blog, cuando se perdió frente a El Tanque en el Pque Central en el clausura pasado, dijimos, tiene que ser cesado Lasarte ya, y poner a Medina como interino hasta el fin del campeonato que se fuera consustanciando con el plantel y aprendiera a darse cuenta como se conduce un equipo en primera división. En ese lapso de ocho partidos iba a demostrar si estaba pronto o no para dirigir al equipo principal.
En un error mayúsculo no se procedió de esa manera, el tiempo pasó, se perdió infamemente y recién sobre fin del campeonato afuera Lasarte y adentro Medina.
El 2 de enero, con el mismo plantel de fracasados de 2017, menos Porras, Liguera y algún otro, comenzó una nueva era.
Entre puertas cerradas, incertidumbre y dudas de todo tipo, la frase de siempre, estamos trabajando. Los jugadores de fútbol no trabajan, entrenan. Un cuerpo técnico excesivo entre ayudantes y colaboradores y un Medina que anunciaba vientos de renovación táctica, generaban la expectativa de algo distinto.
Se pretende dar un golpe de efecto, y un insólito pedido del nuevo entrenador hace que llegue al plantel un jugador de neto corte peñarolense, Luis Aguiar, cuatro veces llegado a su equipo de referencia. Ni que hablar que me opuse tenazmente a esta contratación, y lo dije, si yo hubiera sido presidente del club, ese jugador no venía.
Entre dirigentes, gerente deportivo y entrenador, demoraron casi un mes, sin saber a quien traían para cambiar un estado de cosas que eran tétricas. Decenas de jugadores se nombraron, pero por una u otra causa no llegaban, fracaso estrepitoso de todos los protagonistas. El 22 de enero se jugó el primer clásico, lo ganó Peñarol sin despeinarse, y con neta superioridad, anímica y futbolística. Nacional salió a la cancha sabiendo que perdía el partido y así fue.
Después del mismo, los nervios atacaron a muchos, que dijeron hagamos algo porque nos cuelgan. Tarde muy tarde y a la desesperada, llega Bergessio que había sido nombrado y descartado en las primeras de cambio, Erramuspe al que se conoce poco, jugando en Colombia, lo largaron allá y recaló acá de la noche a la mañana. Son dos argentinos, que si no son malos, acá se pueden destacar. Habrá que verlo, pero viendo a este horrible equipo de Nacional, les va a ser bravo a estos muchachos entrar y sacar las castañas del fuego, no los envidio para nada.
Medina declaró después del primer clásico, que se había jugado bien, y después del segundo, mas o menos algo parecido. Pues señor Medina con esas declaraciones y con los desastres cometidos con las integraciones en ambos clásicos, de Pena, marcador de punta, ni con una tiza, Corujo, años luz para ser zaguero titular en Nacional, es duro y torpe con la pelota, Zunino de lateral derecho, cuando es volante de creación y con llegada, Barcia, pobrecito, le faltan veinte partidos en tercera y tengo dudas de que le alcance. S Fernández, ya está muchacho, no da para mas, no nos engañemos.
Arismendi de concertador de fútbol en el medio, si se cae con la pelota en los pies, una lentitud exasperante, el colo Romero lejísimo de un rendimiento mas o menos normal. Aguiar y ojalá me equivoque, el error mas grande cometido con su llegada.
Tengo la sensación de que Lembo en su cargo de gerente deportivo, no ha dado la talla para el cargo, y ya lleva mas de cuatro años en el mismo. El golero de Nacional al que se bate mucho el parche, para mi es menos de lo que se dice. Si ve que no la puede agarrar se queda paradito como una estaca. Viejo en el arco, hay que moverse y tirarse, no salir con las piernitas hacia adelante.
Que se puede esperar de un equipo, que le tiró la pelota a su arquero no menos de treinta veces hacia atrás, no sabiendo que hacer ante la presión del rival.
Eso es para un Barcelona, que tiene jugadores con técnica depurada que tocan con precisión la pelota, que no les rebota, que juegan con sentido colectivo a gran velocidad y en espacios reducidos, pero no para este mediocre plantel de Nacional. Pero Medina no se dio por enterado y así le fue y después quiso justificarse diciendo cualquier disparate. 
La gente no es tonta, y no fue al estadio a ver a Nacional, ayer los manyas duplicaron la asistencia de los Bolsos, ya se presumía lo que finalmente ocurrió. Y después nos llenamos la boca. bla bla bla,
Daba pena ver los jugadores tricolores, arrastrarse por la cancha sin pena ni gloria, esperando resignados el final del partido, ante la enorme superioridad del rival, que me apresuro a decir no jugó un gran partido ni mucho menos, y sin embargo disfrutó a pleno con sus hinchas, dándole otro triunfo, el tercero consecutivo y un festejo mesurado sabedores de que habían ganado otro clásico casi sin transpirar. Y eso es muy doloroso para la gente de Nacional.
Nada de llorar por los arbitrajes, por Tenfield, porque ya me imagino a algún imbécil, diciendo sus habituales estupideces para justificar lo imposible. Si Peñarol pagó su estadio o no, o como conformó su actual plantel, no me interesa, perdimos muy feo dando lástima, con un plantel que de no mejorarlo sustancialmente las nuevas y tardías contrataciones, no tiene futuro.
Medina demostró y lo lamento muchísimo, no está en condiciones mínmas, con lo mostrado en estos partidos,de seguir conduciendo al primer equipo.
Panorama desolador en este comienzo de año, del que no imagino como se sale rápidamente, mas allá de los partidos contra Chapecoense, Magos tendrán que ser Bergessio y Erramuspe y mas adelante el africano, para dar vuelta un momento de enorme desazón institucional, que cuidado no es el último, ya se han vivido situaciones parecidas en tiempos idos. 
Por suerte y respondiendo respetuosamente al relator de pasión tricolor Javier Moreira, a quien agarré ayer de casualidad en una radio, ni se cual, decir, sobre los veteranos que nos comimos muchas verdes, es cierto, pero nos comimos muchas maduras que jóvenes como él y muchos otros, no saben lo que fue disfrutarlas. Esa es una diferencia entre unos y otros, que no se sabe sobrellevar.
Algo que yo lamento profundamente, pero la verdad es la realidad.



                                                                         Enrique Bello

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