viernes, 17 de julio de 2020

UNA VEZ CONTÉ UN CUENTO Capítuo 3

Corría  el  año 1988,  nuestro Nacional a mediados de año , no daba pie con bola con el equipo, y la cosa andaba mal. 
Allí a algien le surgió la idea de hacer un programa partidario distinto a los que existían, sino fuerte, atrevido, desfachatado, sin temores ni alcahueterías baratas, sino un programa que se animara a decir todo, lo bueno y lo malo, con una sola premisa, la de aportar ideas y sacudir el ambiente en la interna tricolor.
Y contra nuestro pensamiento, porque, estaba clavado que los líos se me iban a venir en cataratas, dije vamos a la guerra.
Fíjense bien el año del que estamos hablando, el programa no había empezado aún, eso fue el 17 de noviembre de ese año, pero ya los trascendidos de que íbamos a armar algunos líos pesados, eran corrillo en la esferas del club, y nos decían, no se metan en esa que va a ser para quilombo. 
Fue pasando el tiempo Nacional se fue acomodando en la Libertadores, llegó primero a los cuartos de final contra Nwolls, en el Parque Independencia de la hermosa Rosario, y ahí después de gritar como loco el empate de De Lima, me comí de atrás un garrotazo de un hijo de puta rival, al que corrí por toda la tribuna y lo agarré, pero vino un veterano, me metió la mano en el hombro y me dijo soltalo, yo vi lo que te hizo, vos tenés razón, pero vos le pegás, y vienen docientos y te pisan. Dejala perder, acá son así de cobardes siempre. 
Mascando bronca y junando me fui, y festejé un empate que nos llevaría después de jugar con el Cali, a la final de la copa.
Así fue pasando el tiempo, hasta que la ansiada final llegó, otra vez Rosario, otra vez Nwolls, primer partido en arroyito  estadio mundialista de Rosario Central, perdimos con un gol de Gabrich pero jugamos muy bien y al pato Castro le sacaron un gol hecho en la raya en el último minuto.
Ya camino al ómnibus que había quedado a diez cuadras, con mi esposa que me había acompañado, entramos a cenar a un muy lindo restaurante y lo primero que veo es una mesa en la que estaban sentados en su derredor, El Cr. Mario Garbarino, Humberto Grondona presidente de AFA y Nicolás Leos presidente de la Confederación Sudamericana. Los dos últimos consolando  la desolación por la derrota que tenía nuestro presidente. 
A la semana sería la revancha en el Centenario, me acerqué a la mesa un instante, saludé a Garbarino a los otros personajes los conocía de nombre, y me preguntan ud. es de Nacional, SI contesto, este hombre está muy triste dígale algo, lo encaré y le dije lo primero que me salió Cr. festeje, festeje que la semana que viene a este cuadro le hacemos tres en Montevideo. Se lo aseguro, me miró y me dijo si eso se da lo invito a recibir la copa al lado mío, estaré ahí. Y así se dio todo, resultado final 3 a 0 como lo había vaticinado. Nacional Campeón de América. Yo estaba en el palco con mi hijo a pocos metros de los dirigentes. Cuando el Hugo de León con la copa en alto hacia todas las tribunas cruzó la cancha e ingresó a la pasarela que une el campo con platea América, y mientras miraba lo que eran las tribunas, veo que el Cr. Garbarino me llama, voy enseguida y cuando Hugo le entrega la Copa Libertadores la agarra y me la prestá a mi tal cual lo prometido en Rosario, ni que hablar que besos y abrazos dominaban todo, mi hijo varón también vivió ese momento inolvidable. Fue dura, brava y ojo que el rival era pesado, solo acordarme de Batistuta ya alcanzaba. Fue la tercera y hasta el momento la última, pero en cancha tuvimos muchos que jugaron bien, pero uno era la gran diferencia, el Hugo de León, señorial, capitán de capitanes, era el símbolo y la adoración de la parcialidad por su jerarquía.

Fue un período en el que estábamos preparados para lanzar al aire el programa radial pensado, y mientras ese 26 de octubre de 1988 se moría, el tablero electrónico de la Colombes hacía tintinear dos palabras   DALE BOLSO, y un grito salió de mi garganta allí está el nombre de la audición que saldría al aire 20 días después y que tuvo una duración de 31 años y 4 meses para decirle a los hinchas de Nacional lo que había que decirle sin tapujos y sin miedos. 


                                                                  Enrique Bello

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