lunes, 1 de noviembre de 2021

TAL CUAL SE PREVEÍA

 Treinta mil personas amontonadas, con aumento del aforo, la mayoría sin tapabocas, y con los tarados de siempre, no hinchas de Nacional sino delincuentes mezclados a los que nada tienen respeto, rompiendo los baños con saña y con maldad en la sangre. Obviamente nuestra total repulsa, nada tiene que ver la Institución que deberá pagar los daños.

Yendo al partido, de terror, un espanto, otra estafa a la gente que pagó su entrada. 

La gente comiéndose seis hora ante la ignominia, que por razones de seguridad, y cerebros que piensan poco, me refiero a la policía y al Ministerio de Interior que dieron mas en la herradura que en el clavo, con sus determinaciones. Y mas de 900 policías para un clásico que no definía nada. Gastos 80.000 dólares.

Eso fue el mamarrachesco clásico, en el que un equipo, el locatario intentó jugar para ganarlo, mientras el visistante sabiéndose inferior, jugó a no perder y ensuciando de todas las maneras posibles el espectáculo, y lo logró.

Un empate como tantos para el olvido, goleros espectadores, con algún tirito de morondanga, de los rivales y mas nada. 

Nacional necesitaba ganar, y el entrenador se fue loco de la vida porque no perdió. 

Chau chau chau tricampeonato, un equipo el de Nacional que no se sabe a que jugó, demostró clara y tajantemente que es un plantel mediocre, todavía mal conformado por el actual entrenador, que no tiene idea de quienes son titulares ni suplentes. 

Es decir y aunque moleste a muchos, la reiteración de los que venimos sosteniendo hace un buen tiempo. NO TIENE FUTURO.

Por eso no va a ganar el campeonato, porque no tiene con que, la defensa que ayer mejoró ostensiblemente con Laborda que no es una maravilla pero supera a Marichal, y con Polenta mas resguardado por Almeida, y Mendez que hace lo que puede, mejoraron en algo la parte trasera. Del golero no hablo.

El medio campo con el torito Rodriguez y Carballo no  marcaron a nadie, Gargano que era la pieza de distribución y manejo del fútbol de Peñarol jugó solo en el medio de la cancha, y si hablamos de nuestro ataque, fue para llorar, entre Zunino, Treza, Bergessio  y Fernández, éste último calamitoso, denle las gracias y afuera con él junto a Dalesandro. 

Dejo a Ocampo fuera del resto porque merece un comentario aparte.  Que es, y a que juega Ocampo, que aporta al equipo, agacha la cabeza y es un torito español, que sale al ruedo para que la gente en vez de aplaudirlo, le grite y lo insulte mientras el se ríe o parece que se ríe nadie sabe de que. Un horror, no lo arregla nadie, y si ofrecen algo por él, papel de celofán sobra para envolverlo, un fiasco total, cuando mas se le precisaba.

Peñarol mal humorado por el juego de Nacional, se perturbó, protestó todo, Gargano habló toda la tarde, otros a los empujones, no pudieron contra el anti juego que propuso Nacional, Que se fue mas feliz porque no perdió en esa cancha, ni con gente en las tribunas. Mientras el aurinegro mascó bronca por no poder ganar, pero se fue satisfecho con la ventaja que tiene en las tablas.

Nacional vivió a tarjeta pura, esa era la consigna, no tuvo planes, solo era destruir y no jugar, menos atacar. El árbitro sin problemas, nadie hablará de él hoy ni en la semana, no hubo jugadas dudosas, no penales, el var ni participó, así que salieron ilesos.

Nacional debe barajar y dar de nuevo, fue triste lo que mostró y reveló que la razón de lo que venimos diciendo, tiene sentido y es por mirar las cosas con la óptica requerida, lejos de lo que es el deseo, de ver un cuadro que pueda perder en la cancha, pero jugando a algo, en este clásico siniestro, en diez metros los jugadores de Nacional le daban la pelota a los contrarios, no ganaron casi nunca un mano a mano, menos mal que Laborda se acordó de que había que sacudir a uno de entrada y lo hizo, y se lo sacaron enseguida de su lado,

Seguir escribiendo, es perder tiempo, ya está, gasté bastante mis dedos para tamaño desastre.

Lo que pienso se harto conocido y lo mantengo, Una frase viene bien PAREMOS DE SUFRIR.


                                                                Enrique Bello



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