lunes, 15 de febrero de 2016

CUANDO EL FANATISMO ENFERMA

al que le caiga el sayo que se lo ponga. El fútbol tratado como tal es un juego. Todos los que estamos inmersos en los temas del fútbol, es porque somos hinchas de algún equipo, eso es así y no tiene vueltas. En nuestro país hay dos instituciones que se llevan, todos los comentarios de la prensa, toda la atención semanal antes de cada partido, los comentarios pos partidos, y  la discusión por las jugadas polémicas que favorecen y perjudican a ambos. Naturalmente me refiero a Nacional y Peñarol, que tienen todo el mimo,   de la atención pública porque los demás equipos están siempre en un segundo y un tercer plano en la consideración.
Siempre, yo diría toda la vida a habido fanáticos enfermizos, que nada analizan y solo ven sobre sus ojos los colores de la institución que aman y les importa un rábano, la forma de ganar, sea esta a todas luces ilícita, por múltiples razones.. Es el que agravia directa o indirectamente, que hiere, que lastima la sensibilidad de otros, que se burla, que discute todo lo del contrario tratando de minimizarlo a extremos insospechados. 
Los dirigentes de estas instituciones, en vez de en muchos casos apaciguar los ánimos, exacerban los mismos, con comentarios fuera de lugar, aveces se suman los técnicos y en casos aislados también los jugadores.
Todo ello conforma un combo de cosa desagradable, del que muchos aficionados, yo agrego la mayoría, tampoco quedan fuera del mismo, entonces, llega lo que todos sabemos, la polémica, de si fue penal a favor o en contra, si el gol de ofside, si la mano, si la expulsión de este o de aquel debió decretarse por un árbitro. Y así todo el mundo pierde la ecuanimidad y pasa a ver en muchos casos, lo que no es, es decir transformar en su verdad, lo que la realidad marca claramente que es o no es.
Los de Peñarol, ya lo sabemos y vaya si lo sabemos, siempre le, buscan el pelo a la leche, toda la vida fue igual, que si esto que si lo otro, que aquello, cuando van mal o algo se les complica, rapidamente patean el tablero para ensuciar la cancha, y la ensucian logrando muchas veces sus objetivos.
Los de Nacional, que no son la excepción, siempre van atrás aplicando la teoría del hecho consumado, ah ellos hicieron esto, pues allí vamos nosotros como Carlitos a intentar hacer lo mismo.
Tal es así, y arriesgo en en este comentario, algo que vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo, en Nacional se habla mas de Peñarol que de Nacional mismo. Si hizo porque hizo, si no hizo porque no hizo. Estar atentos si, jugar con aspectos importantes, políticos instucionales si. Basta de hablar de Peñarol, lo que queda en la historia es ganarles como hace 8 partidos que no nos ganan en la cancha y están desesperados, eso es mortificación a pleno y hay que entenderlo de una buena vez por todas. 
Tienen estadio, muy bien que lo tengan, cual es el problema, que como lo hicieron, que nos interesa, allí van a ganar y van a perder como todos los equipos del mundo.
La preocupación mas grande que tienen, es cuando vaya Nacional allí, esa es la angustia que los mueve a armar el plantel que armaron, a echar a Bengoechea de apuro, a preocuparse por los arbitrajes de Nacional, presionando al Colegio de Arbitros.
Los nacionalófilos tenemos que darnos cuenta que ellos están al borde del colapso si no ganan el uruguayo en disputa.
Nosotros los bolsilludos de verdad somos decentes, no nos gusta que nos regalen nada, ganar limpiamente en cancha, no buscar el pelo al huevo preocupándonos por los demás, reitero estar atentos a sus movimientos si, pero no aparecer como llorones, tratando de ingenuos a los que de ingenuos no tienen nada, El tema fundamental acá es que no nos favorezca nadie, pero que tampoco nos perjudique nadie, lo demás va por cuenta de otros.
Ser hincha, ser partidario aserrimo, ser socio, defender a la institución con conocimiento de causa cuando hay que hacerlo, ni que hablar, pero ser fanático enfermizo, con la cabeza flechada poco favor nos hace a todos los nacionalófilos.
Por algo nuestra colectividad es diferente, hagamos honor a ese designo. 

                                                        Enrique Bello

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