OTRO CLÁSICO PARA EL OLVIDO

Cuando a un equipo como Nacional lo conduce técnicamente un entrenador temeroso, pasa lo que pasó en este de la niebla que arruinó el espectáculo de la visual de los espectadores por TV. Primero la cohetería y el humo, un horror permitirlo por parte de quienes fueron sus responsables. Ya la niebla era un martirio, el estadio vacío, relatores de tv y radio y comentaristas que decían cualquier cosa. Otro partido así acá en el Uruguay se ha suspendido por el árbitro. Y cual fue la razón de no posponerlo para el lunes a las 20 horas. El juez Ferreira gran cuota de responsabilidad, para un espectáculo que en el mundo es un bochorno. Por ello siempre decimos que este es un país de octavo mundo.

Lo que se vio fue malo por solemnidad, Peñarol plantado con agresividad, buscando mal pero buscando. Lo de Nacional lastimoso los 90 minutos.

Con un golero de futbolito, impidió un triunfo para el cual la verdad hizo muy poquito. Sin defensa, los dos laterales  ex Defensor, que vuelvan al Parque Rodó, marcan menos que una tiza. Los zagueros de Nacional una sola, pumba pumba. el medio campo para llorar , ese Yacob, menos sangre que una butifarra, Neves y Carballo livianitos. Entre los tres no hicieron uno, perdieron siempre en los mano a mano. Y adelante el luchador Bergessio porque el chori y Santiago Rodriguez no fueron al estadio. Ojo con el agregado de que Peñarol poquita cosa. Uno miraba salir los jugadores de la cancha primero, y cuando subían al ómnibus,eran la imagen mas clara de la derrota. Del técnico no hablo, porque desde que vino la primera vez y fracasó hasta que lo echaron, varios años después lo traen de vuelta y muestra la misma película. Dirige muerto de miedo no arriesga, integra mal el plantel, arma mal el equipo titular, y pone en el banco de suplentes, a muchos que no sabe cuando hay que mandarlos al campo, hoy con 5 cambios posibles, ganando el partido y cuando habían espacios porque el rival tenía uno menos, Amaral el único jugador jugador con la pelota en los pies que tiene, miraba el piso como diciendo y yo no juego hoy. 

Empató, y pudo haber perdido, hoy el que ganó un punto es Peñarol, Nacional perdió dos y se fue derrotado del estadio. En otros tiempos y no quiero ser grosero, se decía se evacuaron de vientre.

Nacional ya perdió este apertura, y que no salga el presidente por tv a subestimarnos, diciendo de su satisfacción y sus expectativas, ni con este tácnico, ni con unos cuantos jugadores, a los que si pueden, y tienen la suerte de que algún empresario les tire algún mango, no duden en venderlos envueltos en celofán y con moña.

Si no se tira al arco, como se puede hacer un gol, que alguien me lo diga. Que es lo que entrena Munúa a puertas cerradas toda la semanas hace cinco meses. Lo que vimos hoy por favor. Y Ojo no me hablen de que faltaba Corujo, lo que tienen que decir los Alonso, los Giordano, que está pesimamente conformado el plantel en todas las líneas. Los laterales que ponen no suben, pero hoy entró Mendez ganando el partido, corrió tres o cuatro veces encarando, y los rivales temblaban. Y eso que Mendez no es una maravilla. Hay Munúa que poco tiempo te veo en en el club, volverás al Cartagena. Ahora si, con los asesores deportivos en los que el club cree y tiene plena confianza, la duda que nos queda sobre lo que pueden recomendar es tamaño baño. Ojalá no haya Libertadores, porque pasamos verguenza. Yo se que puede doler lo expresado, pero si se analiza con cuidado vamos a coincidir. Perdimos una preciosa oportunidad de ganar  el clásico de la pandemia, de la bruma, y sin gente. Pero por auténticos,  faltos de jerarquía, espíritu y fuerza anímica, se fueron de estadio sin pena ni gloria, cuando todo estuvo a pedir de boca.

Que estoy caliente como ocultarlo, solo si no tenes sangre, Menos mal que no había gente, porque si estabas en el estadio y te comes en un clásico ganado como estaba éste, un gol de mierda, con un golero reitero de futbolito, te pegas un tiro en las bolas y no dormís por tres días. 

                                                                        Enrique Bello