lunes, 18 de septiembre de 2017

SE VEÍA VENIR

En nuestro último blog titulado 48 horas antes, ya dimos un atisbo de lo que podía pasar en el clásico y que finalmente pasó.
La derrota llegó como consecuencia de un mejor juego del rival, que sobre todo en el segundo tiempo se adueñó de cancha y pelota. A pesar de ello Nacional tuvo dos chances muy claras de gol que pudieron cambiar el trámite del partido. Pero es claro y notorio que el tricolor no tiene fútbol de elaboración y así los delanteros se mueren de hambre, corriendo atrás de la pelota.
La expulsión de Polenta, perjudicó notoriamente a Nacional que salió perdiendo en relación con la del rival.
Ahora bien, la gente se enloquece con Polenta y nosotros no, por la sencilla razón de que en gran cantidad de partidos y cuando mas se le precisa, o no está por lesión o por expulsión, con los consiguientes perjuicios para el cuadro.
Un jugador tan inestable emocionalmente como Polenta jamás puede ser capitán de un equipo como Nacional, otro error grave de los tantos de Lasarte en los últimos tiempos. 
Por enésima vez digo Nacional tiene un plantel desbalanceado con varios buenos jugadores en lo individual, pero que por culpa del entrenador juegan muy mal colectivamente.
Arma muy mal los equipos titulares, los bancos de suplentes, y ni que decir de los errores garrafales que comete al efectuar cambios para cambiar. 
Si Lasarte cree que Silveira es una solución para Nacional, está muy equivocado y yo agregaría desnorteado.
Pregunto. El tata González y Fucile, dos abonados, que han hecho en Nacional desde que han venido, poquito y nada.
Ayer el tata Gónzalez cuando entró Rolín pagaba 2.40 para salir, era figura nominal, y no papelito Fernández, que dejó solo a Aguirre para pelear adelante. Debió haber dejado a Porras y S Rodriguez en un doble cinco, Viudéz colaborando e intentando crear fútbol y Fernández y Aguirre para pelear arriba. Peñarol le hizo eso, y ahí ganó la cuereada. Gana Peñarol con un penal dudoso, casi que no fue, hay que decirlo, hubo uno claro de Espino y un gol en contra, pero Da Silveira dijo que salían a pisar a Nacional y nada de eso ocurrió, ganó a falta de pocos minutos, ganó por mejor fútbol, pero nada del otro mundo. Algún día iba a ganar.
El botija Rogel entró con mala pata al primer equipo, y está fallando feo. Todo el mundo lo pedía hasta cuando estaba el Rafa García, así que no vale ahora buscar excusas. Romero no había tenido un buen año y Carballo que ahora es el mas nombrado porque no está, había jugado tres partidos como titular. Todo el mundo tiene las soluciones, después de vistas las patas a la sota es fácil. Yo no entro en esa, porque hace meses que sostengo lo mismo. Nacional salvo el primer tiempo contra Botafogo en el Pque Central, nunca jugó bien con Lasarte, que todo lo justifica.
Y después la otra, se está masacrando al presidente Rodriguez por presuntas irregularidades en la transferencia de Carballo, a mi no me sirve el enchastre sin pruebas, además no hubo presidente que uno recuerde que en algún momento, jugándose clásicos o algún otro partido importante, también estuviera ausente por viaje al exterior. Ahora el tema es,maten al puma.
Primero si alguien sabe algo irregular, que lo denuncie, tirar basura arriba del camión, así porque si, no corresponde.
Me opongo tenzmente a ese tipo de cosas que ya bien conocemos en Nacional, basta recordar la injusta prisión que tuvo que comerse don Miguel Restuccia.
Esta derrota clásica era previsible, pero el técnico con innumerable cantidad de errores y junto a él, el gerente deportivo, no han dado pie en bola. Por lo cual hay que estar mucho mas cerca de ellos, para preguntar y controlar una interna indisciplinada de grupo de jugadores que en las prácticas y en la concentración no vienen cumpliendo a cavalidad sus obligaciones con la profesionalidad exigida.
Hay que barajar y dar de vuelta y ponerse firmes, de vivos está el mundo lleno, pero para un vivo siempre hay otro vivo.
No fue sorpresa la derrota, hay que asumirla e intentar revertirla, tarea que no será fácil, porque es poco el tiempo para calafatear un barco muy escorado y con posibilidades serias de hundimiento.


                                                                     Enrique Bello

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