martes, 28 de febrero de 2017

SIEMPRE CREI QUE ERAMOS DISTINTOS

Pero  desde hace un tiempo a esta parte, voy caminando mi amor por Nacional, por un sendero en el que jamás pensé, sobre que una minoría absoluta de nuestra parcialidad, nos estaría dañando tanto.
Juro que vengo siguiendo atentamente diversos acontecimientos de violencia,  que se vienen registrando en derredor del fútbol uruguayo y que lo vienen hiriendo de muerte por la intolerancia y falta de educación en que está sumida hoy gran parte de nuestra sociedad, y en especial los jóvenes.
Culpas vaya si las hay, en primer lugar el gobierno que tiró a la basura, lo que fue orgullo y tradición de los orientales, respeto, al semejante, valores morales hechos trizas, educación y conocimiento surgidos, primero en los hogares y después en las aulas, para beneplácito de muchas generaciones.
Hoy lo que sirve, es no estudiar, obiamente y por añadidura no trabajar, y conseguir la plata fácil. Y así estamos, en el desvarío mas profundo, que nos lleva a la mayoría de los compatriotas a ver y convivir con el deterioro mas impensado.
Y el fútbol que fue siempre un fenómeno social en el Uruguay, hoy transformado por obra y gracia de la droga y el narco tráfico, en un lugar para el delito y no la convivencia sana como fue siempre, genera episodios como varios que ya se han vivido en tiempos cercanos y como el último hasta ahora, gestado en el Pque Central con el partido que no se jugó entre Nacional y River Plate.
Mucha agua está corriendo bajo los puentes, sobre lo que finalmente ocurrirá, con la decisión que adopte la Comisión de Disciplina.
Lo que llamó la atención de entrada, fue la solicitud de puntos encarada por River, en las primeras de cambio y cuando poco o nada se conocía sobre la suspensión del partido. 
Siempre tuve a River Plate como una institución seria, responsable de sus actos, medida en sus actitudes dirigenciales y deportivas, todo porque conozco a River desde sus entrañas, y nunca actuó de esta manera. Mas bien fue ejemplo de deportividad para todos los equipos, y nunca vi a los darseneros, actuando con la desesperación con que se han movido en este tema. Se olvidó River que en este momento tiene un mal equipo de fútbol, que está en el fondo de la tabla hundido como se le ve pocas veces, y entonces parece que conseguir al bajo y miserable precio de la necesidad, tres puntos que presume de antemano no va a ganar en la cancha son hoy lo mas importante. 
Una lástima que River Plate haya hecho esto, no lo merece su nombre, su trayectoria deportiva y su propia historia.
Pero y Peñarol que tiene que ver en este entierro, nada, nada de nada. Pero se metieron sus dirigentes liderados por damianito, y sus serviles y adulones compañeros. Ya politizaron el tema, la presión comenzó a hacer su trabajo, ojo lo que pasó no es igual a lo que ellos han vivido durante años, pero en este, están de elecciones y la desesperación por ganar hace que todo valga.
Por eso sistemáticamente hemos sostenido durante años que Peñaron no es adversario, sino enemigo de Nacional, y para muestra basta un botón.
La prensa habla y habla y habla, ni saben lo que hablan pero hablan, enturbian el ambiente, lo calientan, las redes sociales explotan con los disparates habituales. 
La consigna es hay que matar a Nacional, y Nacional parece esforzarse desde adentro y desde afuera por no hacer las cosas bien para no darle pasto a las fiera. 
Imbéciles, incontrolables, cometen atropellos, éste no fue el primero, y entonces, hacen suspender un partido, torpemente, generan en la interna una convulsión innecesaria, cuando vamos hacia un Parque Central super moderno para todos siendo ejemplo de pertenencia para toda su gente. y tipos que de educación y conducta no saben nada, le dan un mazazo en la cabeza a todos los que piensan en forma superior.
No somos mas distintos, somos mejores que ellos, pero ya no nos podemos jactar de algo hermoso que era la grifa en la solapa que nos distinguió, toda la vida.
Gente mala, arruina lo que fue nuestro gran orgullo y que hoy nos hace decir con dolor en el alma, QUE NO SOMOS MAS LO DISTINTOS QUE FUIMOS SIEMPRE.


                                                           Enrique Bello

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