sábado, 20 de mayo de 2017

ALGO HAY QUE DECIR

Se ha sabido en las últimas horas, del fallo promulgado por la CONMEBOL, en relación al partido disputado entre Peñarol Palmeiras en el Cementerio del Siglo.
El asombro no pudo ser mas grande al conocerse el mismo.
Un partido de suspensión a la cancha, a cumplirse en un encuentro que no tiene la mínima trascendencia, porque el carbonero está eliminado. Y todavía se dice sin público local, cuando era sabido que ni los familiares de los jugadores iban a ir.
Una multa de ciento cincuenta mil dólares, una propina para Damianito, fue lo último para una sanción que después de lo visto no tiene pie ni cabeza.
Pero la prensa como era dable esperar, salió con todo, a hablar de un gran triunfo político del manya, ya se rajaron las vestiduras con loas y felicitaciones de todo tipo para el gordo Barrera, el abogado contratado y Damianito que fueron dos veces a Asunción a pedir la gran limosna, que finalmente consiguieron.
Un precedente nefasto, de la propia Confederación Sudamericana, que aunque parezca mentira le arrancó la cabeza mas a Palmeiras que a Peñarol, increible pero cierto.
Las comparaciones con la sanción a Nacional, de cinco partidos  de suspensión al Parque Central, dicen que es distinta y que no se actúa igual en la Comisiones disciplinarias de AUF que en las de Conmebol. Magnífico, brutal, pero a todas luces escandaloso.
Que se movieron bien, no hay ninguna duda, que lograron el objetivo buscado, tampoco, fieles a su tradicional e histórico manejo sucio, del que han hecho gala durante toda su existencia.
Otra verdadera verguenza en un fallo benévolo hacia una institución, que por su forma de actuar no lo merece.
Veremos de aquí en mas que ocurre, como actuará la Conmebol en otros casos, porque hoy te da y mañana te quita.
Una demostración cabal de que el fútbol está podrido, ya ni los antecedentes por desastres cometidos, se tienen en cuenta.
Si tendremos razón, desde hace años cuando hablamos de que Peñarol no es adversario, sino enemigo deportivo de Nacional, y así se mueve en las sombras para lograr por vías poco ortodoxas, lo que no puede en las canchas hacer limpiamente.
Provocaron un desastre, y son premiados, con la valoración de ese periodismo pro, que les bate el parche rindiéndole pleitesía por su accionar político, en vez de atacar la raíz de su propia enfermedad anti deportiva de la que sin ninguna duda se transforman en cómplices.


                                                               Enrique Bello

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